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¿Quién era Michel Nostradamus?

Nostradamus nació el 14 de diciembre de 1503 en la población de Saint-Remy, en Provenza. Era hijo natural de René y Jacques de Notredame. Según fueron avanzando los años, Michel de Notredame fue convirtiéndose en un insigne y respetado médico, además de herbario, creador de cosméticos y sustancias para conservar la fruta. En 1555 salió a la luz en Lyon un libro titulado Las profecías del señor Michel Nostradamus. La obra estaba compuesta de 353 cuartetas, poemas de cuatro versos escritos con términos enigmáticos que pretendían anunciar los sucesos del futuro próximo en Francia y en toda Europa. El éxito de las Profecías fue espectacular y dio a su autor, un médico provenzal conocido ya por sus almanaques, una fama a escala europea. Sobre todo después de que en 1559 se produjera un acontecimiento trágico que Nostradamus supuestamente había pronosticado en 1555: la muerte del rey Enrique II en el curso de un torneo. En los años siguientes, Nostradamus publicaría sucesivas ediciones de sus Profecías, ampliadas cada vez con nuevas cuartetas, de manera que la última edición contaba con 942 agrupadas en un total de diez centurias -de ahí que la obra se conozca también con este nombre-.

Nostradamus decía que sus obras eran "libros de profecías que he querido pulir un poco oscuramente". Él mismo reconocía, pues, que había dado deliberadamente un aire oscuro y enigmático a sus pronósticos, hasta convertirlos en "abstrusas y perplejas sentencias". Lo justificaba como una manera de impedir que el "vulgo" pudiera acceder sin dificultades a las verdades celestes que él había recibido por una inspiración especial. No cabe duda, sin embargo, de que de esta manera permitía que sus pronósticos pudieran interpretarse de distintas maneras y así se aplicaran a los diversos acontecimientos del futuro.

De ahí que muy rara vez precise la fecha en la que la profecía debía cumplirse. El aire enigmático de las cuartetas se lograba mediante varios procedimientos lingüísticos: uso de latinismos en vez de las palabras habituales; elipsis o supresión de verbos o artículos; sintaxis enrevesadas, hasta los errores de impresión, habituales de una edición a otra, añadían un plus de misterio.

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