EL CORAZÓN, UNA TORRE DE CONTROL
Cada día el ser humano vive expuesto a miles de estímulos que invaden el alma y dejan fuertes impactos en nuestras emociones, llevándonos a la negación, a la depresión, entre otros, desencadenando actos violentos. Tales impactos se evidencian en el alma y el cuerpo, donde por tanta adrenalina y cortisol generados por el estrés, se van afectando nuestros órganos, causando graves enfermedades como hipertensión, arritmias cardiacas, úlceras, gastritis, migrañas, etc.
El ser humano está compuesto por tres dimensiones y se habla mucho del alma y cuerpo, pero ¿Qué pasa con el espíritu? Cuando nuestra área espiritual no está siendo alimentada de manera adecuada, no puede trabajar de forma correcta, es decir, no puede ejercer su función vital de ser un filtro y protector de los impactos que a diario recibimos, por lo cual se producen mayores disfunciones en el ser humano.
¿Será que hay una manera correcta para que nuestra dimensión espiritual se sostenga saludablemente y canalice tantas emociones e impactos que a diario recibe, a fin de que no nos afecten en nuestra alma y nuestro cuerpo? ¿Cómo adquirir buenos hábitos de nuestra salud integral? ¿Cómo prevenir tanto daño causado por el contexto, -y aún desde adentro- la familia y nuestro propio yo (ego).
Para lograr que nuestra sociedad viva en sana convivencia debemos, como individuos, ser responsables no sólo de exigir nuestros derechos fundamentales, si no de aplicar nuestros deberes y preguntarnos: ¿Estoy como individuo en las condiciones para vivir en sociedad?
LA SOCIEDAD QUE TENGAMOS, SERÁ EL RESULTADO DEL TIPO DE INDIVIDUOS QUE LA CONFORMAN….
