SÍNDROME DE SJÖGREN Y MANIFESTACIÓN ORAL
El síndrome de Sjögren (SS) es una de las tres enfermedades autoinmunes sistémicas más comunes. Su incidencia basada en el diagnóstico médico de SS primario es de unos 4 casos/100.000 personas afectando principalmente a las mujeres de edad media.
La patente histológica del SS es la infiltración linfocítica de las glándulas exocrinas, provocando degeneración, necrosis y atrofia acinar, con disminución de la función lagrimal y salival. La neurodegeneración glandular también está presente en la enfermedad lo que puede explicar por qué los pacientes experimentan un síndrome seco, aunque más del 50% de las células epiteliales glandulares permanezcan intactas.
El SS se presenta con sequedad de ojos y boca, también referida como xeroftalmia y queratoconjuntivitis seca, (QCS) y xerostomía, respectivamente. Los síntomas orales se traducen en dificultad para hablar, comer y deglutir y la necesidad de beber agua con frecuencia.
La boca presenta disminución de la saliva y sequedad de la mucosa, pudiendo progresar al eritema, la formación de fisuras y la ulceración. Por lo anterior es común también encontrar múltiples caries dentales, que las glándulas parótidas están adoloridas o tumefactas y pueden verse afectados otros órganos como pulmones, riñones, vasos sanguíneos, nervios e incluso las articulaciones.
El tratamiento para los pacientes que padecen este síndrome para las complicaciones orales, es similar al que se realiza con las personas que padecen hiposalivación y xerostomía que, aunque reducen la sequedad oral sintomáticamente, ninguna modifica la enfermedad subyacente o aumenta el flujo salival basal no estimulado