DISCRIMINACIÓN Y EXCLUSIÓN, UNA HISTORIA SIMILAR PARA LAS PERSONAS AFRODESCENDIENTES Y LAS PERSONAS
A pesar de la abolición de la esclavitud, el trato discriminatorio e injusto hacia las personas afrodescendientes en razón de su color de piel, seguía siendo degradante; no podían asistir a las mismas escuelas que los blancos, su ingreso a la universidad estaba prohibido, debían
ocupar los últimos asientos en el transporte público, los bebederos de agua estaban separados con notorios letreros que informaban cuáles podían ser usados por los blancos y cuáles por los negros, no podían participar en las elecciones gubernamentales, eran agredidos públicamente incluso hasta ocasionarles la muerte.
Y fue precisamente un puñado de personas que vieron en esta situación un problema, las que lucharon durante años por cambiar esa realidad, hasta que en 1964 consiguen que se promulgue la Ley de Derechos Civiles (Civil Rights Act) que anunciaba la igualdad de derechos entre las personas independientemente de su raza y color de piel.
Personas como Martín Luhter King y Malcom X, se encargaron de llevar el mensaje de la ley a la base de la cultura para que el goce efectivo de los derechos de las personas afrodescendientes fuera una realidad y pudiera llegar a pasar que un presidente afrodescendiente representara a toda la población norteamericana. Hoy en día el problema no se ha acabado, pero es solo una minoría la que insiste en un concepto tan arcaico y salvaje como el racismo.
Una historia parecida sucedió con la población con discapacidad que, a principios del siglo XX eran concebidos como fenómenos, retardados e incapaces, considerados por la mayoría de las personas como una maldición o un castigo divino; en razón de sus diferencias físicas, sensoriales, intelectuales o psicosociales resultaban inaceptables para la sociedad y se decidió entonces que lo correcto era esconderlos y construir espacios aislados solo para ellos, donde muchos fueron encerrados de por vida e incluso en contra de su voluntad, para sufrir tratos inhumanos y degradantes; no se les permitía tomar decisiones, se les hizo creer que jamás podrían vivir por ellos mismos, que valían poco y por eso se les llamaba minusválidos, en algunas ciudades se les esteriliza y se les prohibía casarse o incluso aparecer en público, tampoco podían votar y mucho menos trabajar. Hasta que un grupo de personas con discapacidad empieza a movilizarse exigiendo sus derechos; conforman el Movimiento de Vida Independiente y bajo el lema “nada de nosotros sin nosotros”, luchan por la accesibilidad a los sistemas de transporte masivo, a los sitios públicos, a la educación, a la información, a la salud y en general a todos los bienes y servicios sociales y consiguen que se promulgue la Convención de los Derechos de las Personas con Discapacidad en el año 2006.
Igual que un día lo hicieron Martín Luther King y Malcom X, nos corresponde velar para que sus derechos pasen del papel a la base de la cultura y sean una realidad.